Por Guido De Paula (ADF)

Desde 2015 trabajo en la Dirección de Producción Audiovisual de la Universidad Nacional de Tierra del Fuego. Esta Dirección es una productora de contenidos audiovisuales que depende de la Secretaría de Extensión Universitaria. El fin es fortalecer la producción local para desarrollarla en el territorio. En este marco, Juan Pablo Lattanzi, director del área y a la vez director del film (junto a Maayan Feldman), me propuso ser parte del proyecto. Por supuesto, no lo dudé.

Junto a Maayan y Juan decidimos plasmar una cámara que ayude al espectador a entender cómo es vivir en un lugar tan inhóspito cómo Puerto Almaza, un pequeño paraje de pescadores artesanales a la orilla del Canal Beagle. Teníamos algo a favor: al residir en Ushuaia, podíamos (cuando el clima y las rutas lo permitían) ir a rodar casi cuando quisiéramos. Así que en linea con el desarrollo del film, la fotografía encuentra a Puerto Almanza en casi todas sus estaciones: momentos del día y momentos climáticos, explotando estos contrastes de texturas y color. Nos dedicamos a mirar el lugar sin prejuicios, mediante una cámara de planos fijos para plasmar la pasividad del lugar, en conjunción con lo duro del clima y los rostros curtidos de sus habitantes. Con respecto a los interiores, en este tipo de abordaje documental, pensamos que lo mejor era no «invadir» el momento con artefactos lumínicos y así dar más tiempo el ida y vuelta que los personajes tenían con los directores. Los interiores son pequeños, casi siempre atiborrados de herramientas, mascotas y otras cosas, así que priorizamos la «no invasión». Ahí jugamos mucho con la luz de las ventanas, cambiamos algún foco, pero nada más. La premisa era jugar con lo que la naturaleza y los interiores nos daban.

Con les directores, creo que encontramos la dinámica rápido. Para empezar, Juan se quedaba más pendiente de la cámara y Maayan trabajaba más con los personajes, ya que ella fue la que motorizó principalmente la investigación. Pero con el correr de las jornadas, ellos también se fueron soltando y muchas veces rotaban en sus funciones. Desde el principio quedó claro que le daríamos importancia a la entrevista y el valor de ese momento reflexivo. Luego, en los momentos donde el personaje «hacía» queríamos una cámara que intente desaparecer, que se haga invisible.

Con el sonidista, José Pera (también staff de la UNTDF) nos conocemos de trabajos pasados, pero nunca habíamos hecho una película juntos. Soy de la idea de que uno, en la cámara, también tiene que tener siempre presente qué está tomando el sonidista. En esta dinámica de querer ser invisible y de que los personajes se olviden de uno, es fundamental estar aceitado con el sonidista. Mirarse todo el tiempo, indicarle (muchas veces mediante señas) hasta donde puede entrar con el boom, o en que tamaño de plano uno está trabajando la escena para que el tenga el límite presente. José se toma su trabajo de manera profesional y siempre quiere aprender un poco más. Ésta fue su primer película documental y estuvo a la altura de las circunstancias. El color lo trabajé con Lily Suaréz.

Creo que el mayor desafío fue poder aprovechar las jornadas al máximo. Almanza está en un lugar donde no hay señal de celular, donde la comunicaciones son complicadas, y varias veces las jornadas pre-producidas desde Ushuaia no se cumplían como habíamos esperado. Para los personajes, que viven de la pesca, manejan sus horarios, y tienen una forma de vida muy particular, a veces nuestra presencia no era lo primordial y eso había que poder conjugarlo con todo el equipo, que ya estaba lanzando en el campo para empezar a rodar.

Si bien Ushuaia está a dos horas de Puerto Almanza, muchas veces el clima hace que las rutas se cierren. Un día, por ejemplo, volviendo, estuvimos dos horas esperando porque con el hielo un camión de gas había volcado. Y después está el tema del frío. Aunque uno tenga ropa técnica y pueda guardarse un poco en algún interior, siempre se hace notar con el cansancio al final del día. Pero más allá de eso, a lo que uno está acostumbrado, fue un proyecto disfrutable. Poder dejar Ushuaia y sumergirse en Puerto Almanza, desconectado de todo, fue un regalo.

Creo que las escenas que más me gustan son las reflejan la vida de los cuatro niñxs que viven en el paraje. Maayan y Juan supieron llevar toda esa energía infantil (sumada a la presencia de la cámara y micrófonos) de tal manera que la pudimos aprovechar en todo sentido. Acciones, diálogos y juegos se fueron sumando en diferentes lugares y con diferente luz. Lxs niñxs tienen algo  hermosamente salvaje por su crianza en este entorno y poder haber encontrado esos momentos, tenerlos grabados en diferentes circunstancias le da al relato diferentes superficies de lo que es ser niño en estos lugares.

Creo que, más allá de los encuadres y la luz propuesta, mi aporte fue, por momentos, más en el «cómo» se registro la película. Puerto Almanza, El Etnógrafo, y Un lugar en el tiempo (dos trabajos anteriores) comparten una manera de poner la cámara, una manera de mostrar el espacio, y de meterse en un mundo ajeno a la urbanidad en la que vivimos.

También estoy contento de haber podido dar con esos momentos de luz mágicos que nos regala este lugar, y combinarlo con sus diferentes texturas: sol con humo, con nieve, amaneceres rozados, niebla con hojas rojas del otoño, todo en un mismo lugar.

Me quedo con varias cosas: Al ser parte de la UNTDF, creo que lo primero es poder concretar un largometraje desde Tierra del Fuego. Hacer un largo, hoy por hoy, es una empresa compleja en todas las dimensiones. Si a esto le sumamos hacerlo desde una isla a 3000 kg de la capital, ya no es complejo, sino que roza lo titánico. Aplaudo el hecho de la película en si.

Con respecto al acto cinematográfico siento que, el acierto Puerto Almanza es que refleja lo que uno muchas veces siente por estos lados: cierta conexión sagrada con la naturaleza y con lado más inhóspito de ella. Como que esta latitud en cierta manera, nos protege del mundo exterior, y es a la vez, un extraño mundo aparte. Puerto Almanza da buena cuenta de esos sentimientos.

La película se estrenará en la Tierra del Fuego en el marco del Festival Cine en Grande el domingo 12/05 a las 22hs en Río Grande y el Miércoles 15 a las 21.30hs en Ushuaia.

Sinopsis

Almanza es un pequeño asentamiento entre las montañas y el mar donde residen los pobladores más australes del mundo. Situado en la provincia Argentina de Tierra del Fuego, lo habitan unos pocos hombres quienes conviven con el frío, la naturaleza y la rusticidad del poblado. Allí vive el pescador Rolo con sus 4 hijos, los únicos niños del lugar. Rolo se niega a que sus hijos vayan a la escuela en otro sitio. Reclama tener una escuela propia en Almanza. Entre tanto Santiago, un ex adicto al juego, convive solitario con los fantasmas del pasado, mientras aguarda la llegada de un hijo al que nunca crió.

Equipo técnico

Dirección: Juan Pablo Lattanzi y Maayan Feldman
Dirección de Producción: Silvana Jaldín
Producción Ejecutiva: Juan Pablo Lattanzi
Dirección de Fotografía: Guido De Paula (ADF)
Sonido: José Pera
Montaje: Fabio Pallero y Lucas Macuk
Guión e investigación: Maayan Feldman y Juan Pablo Lattanzi
Cámara: Guido De Paula (ADF) y Kashik Maggio
Diseño Gráfico: Federico Conforto
Jefe de Producción: Ezequiel Méndez Coria
Asistente de Producción: Andrea Maradona