La máxima responsabilidad de los Directores de Fotografía es acumular la luz que pasa a través del objetivo al plano focal.
Es decir, esa imagen que se forma virtual, latente, tiene que mantenerse hasta llegar a los laboratorios y a los procesos de posproducción. Ya sea que se imprima en negativo o en forma digital, esas imágenes tienen que durar en el tiempo hasta que el espectador vuelva a percibirla el día del estreno.
Extrapolando esa máxima, esta responsabilidad debiera ser la misma que nos toca cuando, años más  tarde, se quiere volver a exhibir esa imagen: en qué materiales se conservó, donde, con qué humedad y dentro de qué sistemas de «envoltorios». Con esa ocupación existen el Museo del Cine o (debiera existir) la Cinemateca Nacional. En este número nos acercamos a una persona que le dedica a esa ocupación mucho tiempo de su vida y desde varios ángulos.
Es nuestra idea proseguir con este tema a través de los siguientes números de la Revista ADF, cubriendo a todos los que se encargan de la conservación y preservación del material fílmico en el país, y bogando por la existencia de una Cinemateca Nacional.
Para finalizar, debemos comunicar la triste pérdida de nuestro Socio Activo Carlos Badán (ADF). Estos meses pasados han visto también la lamentable desaparición de Fabián Bielinsky y de Juan Pablo Rebella (co-director de la uruguaya “Whisky”). Lo hemos sentido como una terrible injusticia para el desarrollo del cine rioplatense. Casualmente (o causalmente) nuestra tapa reproduce la imagen de un film en el que se sumaron los esfuerzos de ambas orillas para lograr un trabajo valiente y de gran calidad artística.