Por Guido de Paula  (ADF)

La décima edición del Festival Internacional de Cine de Montaña Ushuaia Shh (FICMUS) fue un éxito rotundo. Con buenas películas de todo el mundo, actividades paralelas como muestras fotográficas, charlas sobre montañismo; secciones educativas para niños y adolescentes, invitados especiales y un récord de 4000 espectadores entre otras muchas cosas, nuestro FICMUS demostró que ya nada lo puede parar y que su destino es seguir creciendo.

La película ganadora del premio ADF a mejor fotografía fue para el documental Península Mitre que relata la travesía de los hermanos Azulay buscando surfear olas en la inhóspita península del este fueguino: una travesía de 45 días por una geografía extremadamente dura, con muchísimos problemas, pero exitosa al fin.

Guido de Paula (ADF) y los hermanos Azulay en el momento de recibir el premio ADF a la Mejor Fotografía.

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La dirección de fotografía siempre es un tema en las películas de montaña. Es muy difícil, por las adversidades de las travesías, poder mantener una estética prolija de punta a punta, o poder darle a la imagen algo más que no sea solo el registro. La montaña es inclemente para filmar, y los realizadores se adaptan a esas circunstancias haciendo lo mejor que pueden. En los últimos años se ha notado un aumento, muchas veces trasladado a abuso, de la utilización de las cámara tipo “Go Pro” que prioriza el punto de vista del escalador o expedicionario, pero que al fin, termina aburriendo. Península Mitre es el ejemplo perfecto de todo lo contrario: se nota que frente a la adversidad de la situación, se ha desplegado dedicación, pasión amor por las imágenes. Los hermanos, ayudados por Sergio Anselmino, pudieron conseguir tomas muy lindas sobre la expedición, fauna y flora de un lugar completamente desconocido para la mayoría de los argentinos, y además, narrar la travesía. En el film, se nota el tiempo dedicado a componer el cuadro, a esperar a ese animal difícil de atrapar, o  ser paciente al momento justo de luz. Y todo esto no es poca cosa en un lugar cómo Península Mitre, donde puede caerte una nevada en enero, un viento de 70 KM por hora, o una lluvia constante.  Sumado a la travesía en sí: caminar todo el día con la rodilla rota, sobre algas podridas o quedándose sin comida y seguir con energía para entrevistar a los pocos personajes que habitan el territorio. Julián, Joaquín y Sergio pudieron hacer todo esto, dem   ostrando que si uno quiere, puede. Las imágenes forman parte de una película ágil, entretenida, que tuvo mucho feeling con el público de la isla, llenando sala en Tolhuin y Río Grande y colmando dos veces la sala Niní Marshall en Ushuaia.

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En palabras de los Hermanos Azulay;

“Grabamos con una canon 6D y 7D Mark II, con lentes 170 – 500 mm Sigma, 70 – 200 mm Canon, 11 – 15 mm Tokina, y un 50 mm Canon, dos GoPro y una handycam Sony, de back up que intentamos no usar. El trabajo nos lo dividimos entre los 3. Julian o yo nos ocupábamos de hacer la expedición avanzando y la mayoría de los paisajes. Sergio y Silvio (el cuarto integrante de expedición) nos dieron una mano con los planos en los que nosotros estábamos surfeando. Sergio también se metía con paisajes y naturaleza. Pero básicamente, si alguien quería tirar un plano, agarraba la cámara, y lo hacía.

Si bien no venimos estrictamente del palo del cine, creemos que con la fotografía transmitís muchísimo. Costó, porque todo te cuesta un huevo: comes una vez al día, estas mojado, caminas todo el día y cuando llegas a un lugar tenes que armar la carpa, prender el fuego, etc. Lo bueno es que siempre había alguien filmando todo eso. Entre todos, sacamos la película adelante.

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Teníamos dos paneles solares y un almacenador de energía. Cuando había buen sol, cargábamos hasta cuatro baterías por día. También teníamos dos baterías de litio, que pesan, pero así nos aseguramos tener algo por si los paneles no funcionaban. Al final, los paneles funcionaron bárbaro. La bajada de material la hacíamos en los ranchos con una macbook air, que son livianitas, a dos discos de dos teras. También el tema del agua y la humedad era un problema: todas las mochilas tenían cierres semi estanco, mucho rain cover y “bolitas” anti-humedad. Había que cuidarse mucho del agua sobre todo cuando cruzabamos ríos nadando, o en las tablas.»                  

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«Filmamos todo los que nos daba la gana. Siempre es preferible tener de más, aunque el factor determinante era la comida. Habíamos puesto, antes, en helicóptero, tachos de comida sellada en diferentes puntos de la península. A veces teníamos que dejar de filmar y avanzar porque nos habíamos quedado sin comida. Hubo todo un día que no comimos, porque preferimos darle prioridad al surf y a la película.

Más sobre el FICMUS en: http://www.shhfestival.com/