Por Matías Iaccarino (ADF)
La 66 edición del Berlinale, uno de los festivales de cine más grandes y prestigiosos del mundo, se llevó a cabo en febrero de este año en Berlín. Entre los 400 títulos que se proyectaron, el cortometraje argentino El inicio de Fabrizio, de Mariano Biasin, resultó ganador del premio del jurado de la sección Generation K que es una sección para chicos con la gran particularidad de contar con un jurado conformado por chicos. El director de fotografía a cargo del corto fue Sebastián Gallo.
¿Cómo fue la experiencia de proyectar el corto en Berlín?
MARIANO: Fue un premio en sí mismo. El marco del Festival imprime mucho respeto, cada función es presentada, los directores y actores tienen la posibilidad de hablar de sus trabajos. El público reaccionó de una manera increíble con nuestro corto. Pese a tratarse de una audiencia muy mezclada en edades y culturas, las risas sonaban a coro casi constantemente y eso fue muy gratificante para mí. El marco de la competencia también era de mucho prestigio, con trabajos muy sólidos desde lo estético, desde lo formal, y de contenidos muy diversos.
LUCAS: La experiencia en la Berlinale fue algo grandioso. Desde la primera proyección fuimos muy bien recibidos. Cada risa del público era algo muy emocionante. Para mí como actor, poder estar mezclado entre la audiencia y observar sus reacciones fue lo más valioso que me llevo del Festival. En nuestra sección había cortos muy buenos, de gran nivel y no teníamos tanta esperanza de poder ganar algún premio. El día de la ceremonia final fue el momento de más nerviosismo, porque estaban presentes todos los directores y algunos actores de todos los trabajos en competencia. Tuvimos la suerte de que eligieran nuestro corto como el mejor de Generation Kplus, recibiendo el Oso de Cristal, fue algo muy mágico. Un momento único que nunca me voy a poder olvidar en mi vida.
Lucas, vos sos Fabrizio, el protagonista de la historia, ¿cómo llegaste al proyecto?
LUCAS: Mi llegada al corto fue un poco accidental. Yo me enteré del proyecto después de un ensayo en mi Escuela de Comedia Musical. Me entregaron un folleto y me dijeron que enviara un mail para un cortometraje. Cuando estaban haciendo la preselección de chicos, a partir de las fotos que enviamos los interesados, yo había mandado una foto en la cual no se me distinguía el rostro, ni nada, porque estaba haciendo una comedia musical personificado de gato. No fui tenido en cuenta al no poder ver quién era, ni mi edad, ni mi cara.
Fue entonces cuando el director decidió enviarme un email pidiéndome una foto en la que se me pudiera ver. Al poco tiempo de enviarla, me avisaron que había quedado preseleccionado para un primer casting.
El día del primer casting yo estaba un poco nervioso, pero cuando llegué, me sentí muy cómodo y me pude tranquilizar y les pude dar una buena impresión a los chicos, que luego me seleccionaron para hacer el rol de Fabrizio.
MARIANO: Yo desde mi lugar, cuando vi la primera foto que envió Lucas, pese a que en equipo la habíamos casi descartado, yo había visto algo especial. Cuando lo conocí en persona hubo una conexión inmediata, no sé si de él conmigo, ya que creo que ni sabía que yo era el director. Pero yo me senté en el piso con un mate a escucharlo y observarle cada movimiento, y me di cuenta que Lucas me estaba mostrando a mi Fabrizio.
A partir de eso, y ya con el trabajo avanzado, formamos un vínculo de muchísima afinidad que colaboró mucho para que el trabajo fuera disfrutable, y que lograra el resultado que logró.
Y es un vínculo que transcendió el cortometraje porque hoy por hoy, y gracias a esta secuencia de sucesos azarosos, Lucas y yo somos grandes amigos, hermanos. Por eso disfruté muchísimo poder compartir el momento tan intenso de ganar un premio tan importante, tanto para mí como para él, estando juntos en Berlin.
¿Cuál fue la propuesta inicial para la Fotografía del cortometraje?
MARIANO: Mi idea era la de despojar de espacio y tiempo el cortometraje, de que se universalice un poco al punto de sentir que podría ser cualquier pueblo, en cualquier época. Si bien hay ciertas improntas naturales, no quería para nada enfatizarlas. A partir de la fotografía, mis ideas fueron las de trabajar con una cámara en mano prolija, que pueda sincronizarse con las sensaciones que sucedían en el cuadro. Pensar en una luz natural, con una pátina cálida y en clave alta, para acentuar un poco la ternura e inocencia de la historia. Mi idea era intentar mirarla a través de un cristal nostálgico, sin ser este demasiado notorio. La premisa también era la de contar con colores primarios (puntualmente en los terrenos en que la Fotografía se toca con el Arte y el Vestuario), pero sutilmente corridos de su tono absoluto: Que el rojo estuviera un poco “anaranjado”, que el azul se viera un poco “aturquesado” y el amarillo un tanto “mostaza”. Esa idea no surgió de una construcción intelectual, sino que fue tomando forma a la hora de buscar referencias y elegir texturas durante la preproducción.
Nos hubiera gustado, tanto a Sebastián como a mí, contar con lentes un poco más angulares para las situaciones grupales, o para ciertos planos que funcionan como “flashforward” durante algunas escenas, pero la realidad nos permitió contar con un 25mm como lente más angular, por lo que intentamos construir esta idea ingeniándonos encuadres que la sostuvieran.
Y sin dudas sabíamos que la propuesta de cámara “viva”, danzando con los personajes (la mayoría chicos) iba a requerir de un foco intuitivo. Es por eso que hago un apartado especial para mencionar a Martín “el Colo” Fisner en su mágica labor artesanal, soldado del cine, prócer de la nitidez.
¿Qué cámara y lentes usaron? ¿Hicieron pruebas antes de empezar el rodaje?
Usamos una RED SCARLET, con unos lentes de fotografía LEICA. Fue un combo que se pensó mucho. La primer variable era la posibilidad real presupuestaria, que ya nos alejaba de la Alexa que proponía Sebastián Gallo (Director de Fotografía). Yo por mi lado tenía claro que quería capturar a 4K, para contar con la mayor resolución posible. También me gustaba la idea de grabar en RAW, para poder trabajar el color con mayor libertad, ya que tenía una propuesta tonal muy concreta. También me interesaba una imagen un poco añejada, alejada de la dureza del video, por eso aparecieron estos lentes que eran un poco vintage, y eso nos gustó.
Hicimos pruebas con F3, con Black Magic 4K, con una Sony (que no recuerdo bien cuál era, pero era la sucesora de la F3) y por último la RED SCARLET. Siento que la decisión fue acertada.
¿Cómo fue el trabajo en rodaje entre Director y Director de Fotografía?
MARIANO: El trabajo en el set junto a Sebastián Gallo fue de mucha fluidez. Nos conocemos mucho, hablamos mucho en la preproducción de lo que buscábamos, y coincidíamos naturalmente ante cada desafío que se presentaba. Además se dio que en la totalidad del rodaje no utilizamos monitor, por lo cual mi lugar era a un costado de Sebastián, trabajando en el set con los actores, y confiando completamente en sus ojos. Me considero un director muy quisquilloso de la imagen y la composición, pero una vez que definíamos el encuadre entre los dos, ya quedaba en sus manos. Esta circunstancia me ayudó mucho a concentrarme en los actores. No sé si es un sistema que elegiría nuevamente, pero en este caso creo que funcionó muy bien. Sólo fue posible por la conexión que tengo con Sebastián y la confianza y respeto que él me genera.
Pero como para describir el trabajo de set, la sensación que me viene a la mente es la de comunión total. Mucha coincidencia, sabíamos lo que buscábamos, yo disfruté mucho la tarea.
¿Cómo fue el trabajo de actor con el Director de Fotografía?
LUCAS: Fue un trabajo de mucho compañerismo. Nos ayudábamos mutuamente y nos entendimos muy bien desde el comienzo. Yo venía de un mundo (lenguaje) muy diferente, y la figura del Director de Fotografía me ayudó mucho a dosificar mis expresiones y acciones para que funcionaran bien en la pantalla de cine.
¿Cuáles fueron las principales diferencias entre trabajar en teatro y en cine.
LUCAS: En teatro, que es lo que yo estaba más acostumbrado a hacer, puntualmente el teatro musical, todo es muy expresivo, para que el espectador de la última fila pueda apreciarlo y comprenderlo. Pero en cine es totalmente diferente. El gesto más pequeño puede parecer enorme. Fue algo que en un principio me costó, pero que pude tomarle la mano.
En qué situaciones queda más afectada la labor del actor de cine en función de la Fotografía?
LUCAS: De mi parte no noté que la Fotografía afectara mi trabajo. Creo que siempre estuve acompañado, y no sentí que me limitara, sino todo lo contrario, que funcionaba como un apoyo para poder entrar en el mundo de lo que queríamos contar.
Considerás que la Fotografía es un punto fuerte del cortometraje? Por qué?
LUCAS: Sí. Creo que todos los planos están muy bien filmados. Que la Fotografía ayuda a que la historia no quede anclada a un lugar específico, sino que es bastante internacional. Creo que es uno de los puntos más fuertes que tiene el cortometraje. Por ejemplo en la escena del interior del coche, todo era muy delicado, muy cuidado, y eso ayudó a que la escena tuviera esa esencia.