5843_7El director Fabián Bielinsky detalla el trabajo de Marcelo Camorino (ADF) y Cesar Lerner comenta su labor musical.

La experiencia de trabajo con Marcelo Camorino (ADF) en “Nueve Reinas” fue realmente extraordinaria. No sólo por los resultados, que a mi criterio expresan exactamente el concepto de imagen buscado, sino por la fluidez con que se dieron todos los pasos, desde las charlas previas, pasando por la filmación, y finalmente los procesos de post-producción y finish. Todo comenzó en los encuentros previos, en los que le planteé a Marcelo mis expectativas y necesidades. Yo quería trabajar la imagen desde un concepto de “inexistencia” de las fuentes de luz, de borrar todo vestigio de artificio, aún los que todos aceptamos como convención cinematográfica. Mi idea era lograr la máxima naturalidad posible, para contrarrestar (o complementar) cierta artificialidad de la trama. Ese era el mismo concepto formal que pensaba desarrollar en los demás aspectos de la realización: arte, actuación, puesta de cámara, vestuario, etc. Es decir, yo tenía una propuesta global sobre los aspectos formales, de los cuales la luz era, posiblemente, el principal de todos ellos, y sentía que dependía de la aceptación y comprensión de Marcelo para poder llevarlos adelante. Él aceptó la propuesta con entusiasmo, asumiendo las dificultades que el planteo podría plantear como un desafío movilizador. Fue sumamente estimulante, porque de inmediato comenzó un aporte de ideas y posibilidades, que no terminó hasta el último día de rodaje.
La propuesta era “trabajar con lo que hubiera”, esto es, aprovechar al máximo las fuentes reales de luz de los ambientes, sea esta del origen que fuera, agregar lo menos posible, eliminar contraluces y efectos, bancarse las diferencias o contrastes (de temperatura de color, de luminosidad entre diferentes zonas del decorado, etc.), y darles a los actores zonas amplias y cómodas para moverse y desarrollar la acción. Este concepto, además, proponía otras ventajas que fueron fundamentales a la hora de rodar (y que también habían sido previstas en el momento de tomar la decisión de trabajar así): yo quería filmar mucho, darme la posibilidad de tener múltiples tomas a la hora de compaginar, y me parecía que este criterio lumínico nos iba a dar gran movilidad, la posibilidad de usar más de una cámara en ángulos cruzados sin mayores inconvenientes, y una gran rapidez en la preparación del set, y entre toma y toma.
Todo esto se cumplió al pie de la letra. Marcelo combinó un estupendo trabajo de imagen con una velocidad increíble, que nos permitió duplicar las puestas de cámara promedio para un largometraje. Llegamos un día (en la escena de la suite del español) a filmar más de 30 puestas de cámara diferentes (con dos cámaras), lo que habla por sí mismo.
La escenas en la calle eran muy importantes también para mi concepto de la película, y allí el desafío era aún mayor: máxima movilidad y rapidez, rellenos inexistentes o reducidos al mínimo (que por otra parte no llamaran la atención para pasar lo más desapercibidos posible), fondos reales no manipulados por nosotros, etc. Todo funcionó a la perfección.
Cualquiera que conozca el trabajo de Marcelo en sus anteriores películas, puede notar que hay una diferencia evidente (no de calidad, por supuesto, sino de criterio), y esto me parece meritorio: probar otra cosa, arriesgarse a seguir una propuesta del director, hacerla suya y defenderla  en todo el trabajo son actitudes que enriquecen la tarea, estrechan el vínculo laboral y permiten ampliar el horizonte creativo de todos los involucrados.
Y, por otra parte, si la filmación fue lo relajada y divertida que fue, se debió también a que Marcelo es, por sobre todas las cosas, un excelente tipo.

Fabián Bielinsky
Director
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Música para ver

La música, así como la fotografia en algunas películas, debe servir fielmente al propósito de contar una historia.
Este es el caso de “Nueve Reinas”.
En el principio, comenzamos trabajando con fugas. La fuga es un modo de composición donde dos o más voces forman una trama casi matemática, creando un contrapunto vertiginoso a veces o meramente contemplativo otras, sin dramaticidad, por acumulación. Poder acompañar ésta historia sin subrayar nada en especial, donde todo sucede en un día y los constantes desencadenantes inesperados sostienen la atención.
Pero de a poco me fue capturando la recurrente pregunta de Juan (Gastón Pauls) respecto de una canción de Rita Pavone.
Y comprendí que había otro camino de trabajo que consistía en hacerme eco de esa búsqueda.
Y ahí empezó a sonar. Lo llamamos “retro” en alusión a los años sesenta, y los pianos se transformaron en órganos pop, guitarras con mucho tremolo, y ostinatos de campanas de todo tipo. Quizas el ejemplo más contundente a mi gusto es el “twist” que acompaña la salida de la cárcel donde está el padre de Juan (Pauls) cuando juntan el dinero para comprar las verdaderas estampillas.
No sé si les resultará llamativo al ver “Nueve reinas” que en la primera media hora de película donde se presentan los personajes principales, su mundo, se concentra la mayor parte de la música compuesta.
Y desde el “plot”, o sea cuando aparecen las estampillas, estoy hablando de casi una hora de film restante, no hay opinión del músico. Quizas acá reside lo más valioso de este trabajo, el lugar que ocupa el silencio.
Porque era clavado que se podía acompañar las escenas de suspenso o densidad dramatica, pero, qué pasaba si en vez de subrayar lo que se veía, lo contrastábamos con el sonido ambiente, que en este caso era la música ambiental del hotel. No más de lo mismo, sino menos. Y yo creo que funcionó. Un  ejemplo es la escena donde entra Valerio (Bredice) a la habitación de Vidal Gandolfo, como fin de la “transa“ para recibir la plata: se escucha un piano de fondo como si estuviese tocando el pianista del hotel, y al cambio de escena, con Juan esperando ansioso y Marcos durmiendo en el Hall, el piano pasa a pleno. Desde ya que toda la música ambiental fue hecha especialmente para cada escena por mí.
Este es mi tercer trabajo para cine, luego de “Cohen vs. Rosi” de Pol-Ka & Flehner y “Esperando el Mesías” de Burman. Fabian Bielinsky me posibilitó un trabajo minucioso y sugerente, donde el poder estaba en la historia, tanto como en el silencio o la intervención sutil pero contundente, y esto se agradece.

César Lerner