Trazos de Picasso

Con las nuevas tecnologías no hemos llegado todavía a superar los trazos de Picasso: sabemos que un niño, sorprendiéndonos, conoce casi desde el nacimiento de su conciencia cómo desenchufar un aparato eléctrico tirando del cable y, a la vez, no se le ocurre intentar siquiera enchufarlo de la misma manera (es decir, empujando del mismo cable).
Los sistemas de grabación o registro cada día son mas versátiles: con una cámara hoy se puede contener tanto el sonido como la imagen, para llegar al espectador de forma contundente –o sea, acercándonos a la forma en que suponemos percibe el ser humano la realidad que nos circunda. En lo que a la imagen se refiere, podemos variar este registro afinándolo en una imagen más contrastada con un gama infinita de variedad, así como -en cuanto a color- los matices para colorear la toma “in situ” también son casi infinitos, ó los lentes que utilizamos tienen cada vez mayor definición.
Estas tecnologías requieren de dos cosas fundamentales: estudiarlas día a día (ya que se modifican constantemente) y saber que todo acto de comunicación necesita que el espectador reciba en lo profundo el mensaje en forma intelectual y sensorial.
Eso que algunos llaman “el otro lado del cerebro” es el que día a día también hay que desarrollar. Lo digo porque mi sensación es que cada vez estamos más atados a la realidad más concreta, y las discusiones siguen siendo acerca de lo semejante que puede ser la imagen producida por una cámara digital comparada con un negativo fílmico -discusiones desde una parte del cerebro que ya son obsoletas. Las cámaras digitales modernas, con sus avances técnicos, debieran facilitarnos la creación en lugar de apegarnos a esa realidad concreta. Esto es un gran reto (ya que es mordernos un poco la cola): el espectador, al cual necesitamos en todo sentido, está acostumbrado a decodificar el lenguaje con una estética clásica realista.
Volviendo a las líneas de Picasso o a las frases de un Haiku, me es difícil ver esa liviandad de trazos realizadas con estas tecnologías. Y esto lo pienso en momentos donde estamos en el medio de un cambio tecnológico muy importante, donde el sentido en términos de direccionalidad debe encararse con la mayor conciencia posible. En esto, los autores de fotografía, los constructores, sabemos lo difícil que es terminar una obra, diariamente sentimos que se puede mejorar, pero un día hay que terminarla aunque tal vez queden cosas por afinar.
En el numero anterior omitimos mencionar (dentro de la noticia referida al ciclo “Clásicos de estreno VIII en Malba”) a APROCINAIN como la entidad que se ocupó de recuperar los films aludidos y es una de las asociaciones que están haciendo posible la restauración de valiosas películas.
Esperemos que esta revista sirva para aprender y agradecemos a los que la hacen posible.