Hoy festejamos con gusto y satisfacción la Ley de Autarquía del INCAA. Esto quiere decir que no habrá más recortes y que lo que por ley corresponde al cine deberá llegar efectivamente al Incaa, para ser inyectado en la industria cinematográfica.
Pero queda mucho trabajo por hacer: fiscalizar que de cada entrada de cine llegue el porcentaje, que de la pantalla chica llegue el porcentaje, que los fondos sean manejados sin amiguismos ni haya despilfarros en festivales. Que realmente el fondo de fomento cinematográfico sirva para continuar esta industria, que a la vez es una de las artes más importantes, que más habla de la cultura e identidad de cada pueblo, en un momento donde el cine se parece cada vez más a un estándar sin carácter. Es un momento donde se ha tomado conciencia que se ha perdido un 90 % de la cinematografia argentina, y es prioritario comenzar a formar una cinemateca nacional para preservar y restaurar las películas que hicieron nuestra historia, así como también para no perder en unos pocos años las que hoy se estrenan. La Ley de la Cinemateca Nacional ya está aprobada, sólo falta reglamentarla y comenzar a preparar bóvedas acondicionadas para guardar negativos y copias, afiches y fotos, realizar ciclos y dar a conocer a nuestros autores en el exterior y aquí, entre las nuevas generaciones. Y dar a conocer las películas en sus verdaderos formatos, ya que últimamente hemos visto nuestro acervo cinematográfico sólo por la pantalla chica y en un encuadre realmente guillotinado.
Nosotros, como autores de la fotografia, debemos estar muy cerca de estos cambios tecnológicos para garantizar que se conserven las matrices en perfecto estado y que sigan existiendo herramientas que permitan a las generaciones futuras percibir este acto mágico de la misma manera que en los dias del estreno.
Hoy en día, a pesar de esta crisis del 2002, varios son los lugares donde se sigue  mostrando el cine de otras épocas: el museo Malba, con los impresionantes ciclos junto a la APROCINAIN (Asociación para el Apoyo al Patrimonio Audiovisual y Cinemateca Nacional) y la Filmoteca Buenos Aires (apoyados por Industrias Audiovisuales Argentinas, Kodak y R + T), la Sala Leopoldo Lugones, el Museo del Cine… Y tantos otros ámbitos a los que uno agradece profundamente su incesante actividad en defensa del cine como arte e industria.
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