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El DF cuenta la experiencia de filmar con Juan J. Jusid

Fue en el cuarto día de rodaje cuando le consulte a Joe, gaffer en «Un argentino en Nueva York”, si era muy complicado hacer un cambio a la puesta de luces de una locación. Me dijo: “no hay problema, en 2 horas se puede hacer”. A partir de ahí me di cuenta que debía pensar cuidadosamente cada vez que planteábamos una puesta, porque cualquier cambio podría dar por tierra con el plan de filmación elaborado meticulosamente por Juan J. Jusid y Raúl Rodríguez, su asistente.
Entonces nuestro ímpetu debió adaptarse al ritmo de ellos, también hay que tener en cuenta que el equipo eléctrico eran cuatro en total: Gaffer – Best boy – 3* electrico y 4*, que era algo así como un meritorio, y algún refuerzo cuando había prelight. Así también debo reconocer su gran profesionalidad, Joe se me adelantaba siempre cuando correspondía cambiar una gelatina o si había diferencia de temperatura de color en las luces. Nuestro esquema de trabajo no se diferenció en mucho del que tenemos aquí, 11 horas de filmación de lunes a sábado con una estricta parada al cumplirse las primeras 6 horas, para el lunch.
Este hecho fue un motivo de altercado con el equipo un día que Jusid quería terminar una escena en exteriores y faltaba una toma, por lo que las 6 horas reglamentarias se extendieron después de algunos cabildeos a 6,15.
Entiendo que el trabajo más arduo del rodaje fue coordinar las locaciones en su mayoría exteriores, para cumplir un plan de 5 semanas en Nueva York, y en ese sentido se hizo muy importante el rol del Asist

ente-organizador, para diagramar traslados que en una ciudad como ésta son tan lentos y complicados.
Un párrafo aparte para el laboratorio, Lab-Link, que sin ser de los más famosos, es impecable, aunque sólo fuimos a ver proyección (excelente) 3 veces, ya que de nuestro material sólo se hacia transfer diariamente.
Sobre el equipamiento de cámara, óptica, etc., debo decir que en todas partes se cuecen habas, tuvimos que cambiar dos veces la cámara (ARRI BL 4S) porque aparecieron veladuras de un fotograma en algunas oportunidades. Con esto no quiero desmerecer el buen servicio que tuvimos de C.S.C., la empresa donde alquilamos equipos, ya que nos auxiliaron inmediatamente en los cambios de cámara. ¿El misterio de las veladuras? Sigue siendo más cercano a los dioses.
No quiero repetir «Filmar en EE.UU o Europa es una gran experiencia», pero en realidad lo es, aunque uno esté involucrado en un proyecto de bajo presupuesto. La posibilidad de confrontar ideas,estilos de trabajo y equipamientos, relacionarse con personas que en otra parte del mundo (el primero) muestran su interés por ver como filmamos nosotros, creo que fortalecen nuestras ganas de hacer cine y en particular nuestro desarrollo como directores de fotografía.
Como final quiero recordar a Aldo Lobótrico, que falleció durante el rodaje, a quien admiré en tantas películas, por su intuición y su forma de manejar la cámara, trabajó en más de 150 películas con distintas generaciones de directores, y a él le fue dedicada esta película.